Este es un blog en el que se postearan herramientas y técnicas de juego para poder trabajar con los peques. la terapia de juego es una forma en la que el nino puede compartir y solucionar conflictos respecto a sus emociones y sentimientos por medio de lo que mas les gusta, !JUGAR!
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martes, 11 de noviembre de 2014
Psicología del Color
Los colores tienen la capacidad de influenciar sobre los sentimientos y la conducta humana. De ahí a la importancia de escoger el color adecuado en el momento de llevar a cabo cualquier creación.
Durante la historia han sido muchos los autores que han creado teorías sobre las propiedades y la influencia que ejercen los colores sobre las personas, como Aristóteles, Leonardo da Vinci, Goethe y Kandinski.
Uno de los estudios más recientes lo encontramos en el libro “Psicología del color”, de Eva Heller, donde explica cómo actúan los colores sobre la razón y los sentimientos. Demuestra cómo estos sentimientos no son mera casualidad, sino experiencias universales y primitivas que se han ido creando con el tiempo y ya forman parte de nuestro lenguaje y pensamiento.
A partir de un estudio realizado a personas de entre 14 y 94 años, elaboró una lista de los colores más apreciados. De más a menos son el azul, verde, rojo, negro, amarillo, violeta, naranja, blanco, rosa, marrón y oro.
Daños del Estrés
El estrés es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.
Síntoma provocado por alguna situación en problema, los síntomas son algunos notables como el nerviosismo (Temblar) o estar inquieto. Otros no son tan notables como la aceleración del corazón, las pupilas dilatadas, la sudoración, la piel se torna ribosa y se erizan los vellos de la piel (Como brazos o piernas).
La reacción del organismo se caracteriza por modificaciones neuroendocrinas estrechamente mezcladas que ponen en juego el hipotálamo (centro de emoción del cerebro) y las glándulas hipófisis y suprarrenales (centro de reactividad). Esta reacción que es la respuesta normal a un agente específico se produce en todo individuo sometido a una agresión.
El estrés es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia, a pesar de lo cual hoy en día se confunde con una patología. Esta confusión se debe a que este mecanismo de defensa puede acabar, bajo determinadas circunstancias frecuentes en ciertos modos de vida, desencadenando problemas graves de salud.
Cuando esta respuesta natural se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo humano y provoca la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano. Algunos ejemplos son los olvidos (incipientes problemas de memoria), alteraciones en el ánimo, nerviosismo y falta de concentración, en las mujeres puede producir cambios hormonales importantes como dolores en abdominales inferiores, entre otros síntomas.
El estrés crónico está relacionado con los trastornos de ansiedad que es una reacción normal frente a diversas situaciones de la vida, pero cuando se presenta en forma excesiva o crónica constituye una enfermedad que puede alterar la vida de las personas, siendo aconsejable en este caso consultar a un especialista.
Llevar una vida de estrés tiene implicaciones variadas. Por un lado están todas las alteraciones fisiológicas, y por otro están las complicaciones de orden emocional. El estrés es un elemento que aumenta la sensación de agravio en las relaciones sociales, familiares y laborales, al mismo tiempo en que figura como herramienta de distorsión de la realidad. Vivir bajo estrés implica, entonces, no solamente un deterioro físico, sino también psicológico y relacional.
Guia para familiares parejas y amigos de victimas de abuso sexual
Hay algunas respuestas básicas que pueden
ser de ayuda si alguien que tu conoces ha
sido victima de abuso sexual/violación.
Entendiendo con paciencia y apoyo tu
puedes ayudar a minimizar el trauma.
El Abuso Sexual
Tocamos un tema que los profesionales de la psicoterapia sabemos que constituye, junto con el suicidio, uno de los grandes tabús sociales. Sabemos de la frecuencia con la que aparecen las vivencias de los abusos sexuales en nuestras consultas individuales o en las sesiones grupales de terapia y el efecto de “resonancia empática” que hallan. Pronto se comprende que la niña/o víctima de este tipo de abusos es agredido en lo más profundo de su ser, se le arranca brutalmente su inocencia. Una vez aparecen las sospechas de abusos en terapia (a veces más o menos conocidas, a veces más o menos recordadas, en ocasiones absolutamente mantenidas en el olvido a través de la represión), para el adulto que fue de niño abusado es básico comprender que en su interior habita ese niño en una especie de limbo psíquico aguardando su rescate… Aguardando su retorno a aquello de lo que fue arrancado: su inocencia infantil, el estado esencial de su alma. El proceso terapéutico que aborda un abuso sexual de infancia en un adulto puede considerarse como un proceso de rescate del niño cuya alma está profundamente herida. Un viaje al propio interior para devolverle al niño su condición de inocencia que el brutal ejercicio de abuso de poder de un adulto le mancilló con brutalidad al someterle a la experiencia traumática de su sometimiento a su deseo y a su placer.
Obviamente este proceso de rescate, que implica un profundo proceso de reestructuración de la narración que subsiste en el inconsciente de la víctima, es un descenso angustiante en la que el terapeuta acompaña a su paciente para poder atravesar sus distintas capas. En muchas ocasiones, cuando el proceso se abre en la terapia asistimos a un primer proceso de negación en la que la frase “quizá todo esto me lo estoy imaginando” es pronunciada con frecuencia. Esta negación va acompañada de la vivencia de la angustia, puesto que en ese descenso, el dar validez a estas primeras percepciones y recuerdos se manifiestan ya los primeros sentimientos de culpa y vergüenza, de indignidad o asco con las que va asociado… Asistimos siempre a la sospecha, por parte del adulto en tratamiento, de que “yo – mi niña/o – hice algo malo o que no hice lo suficiente para evitar lo ocurrido”.
Observamos en muchas ocasiones la pureza de la niña/o que habita en esa adulta/o cuando visiblemente emocionados en su narración oímos como prefieren sentirse ellos culpables, que culpar a su abusador. Como cargan con la responsabilidad de haber hecho algo que pudiera haber evitado todo lo sucedido, antes que asumir que la responsabilidad fue del adulto que la/le traicionó a través del ejercicio abusivo de su poder y de la confianza traicionada de la niña/o. Poco a poco, el terapeuta que acompaña en este proceso a su paciente va reestructurando la mirada de su paciente a través de la suya, devolviendo a la niña/niño su condición de alma infantil, de dependencia de los adultos, de su necesidad de cuidado, de la imposibilidad de manejarse con lo sucedido, de la imposibilidad del niño para integrar una experiencia que le sobrepasa, un exceso incomprensible.
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Obviamente este proceso de rescate, que implica un profundo proceso de reestructuración de la narración que subsiste en el inconsciente de la víctima, es un descenso angustiante en la que el terapeuta acompaña a su paciente para poder atravesar sus distintas capas. En muchas ocasiones, cuando el proceso se abre en la terapia asistimos a un primer proceso de negación en la que la frase “quizá todo esto me lo estoy imaginando” es pronunciada con frecuencia. Esta negación va acompañada de la vivencia de la angustia, puesto que en ese descenso, el dar validez a estas primeras percepciones y recuerdos se manifiestan ya los primeros sentimientos de culpa y vergüenza, de indignidad o asco con las que va asociado… Asistimos siempre a la sospecha, por parte del adulto en tratamiento, de que “yo – mi niña/o – hice algo malo o que no hice lo suficiente para evitar lo ocurrido”.
Observamos en muchas ocasiones la pureza de la niña/o que habita en esa adulta/o cuando visiblemente emocionados en su narración oímos como prefieren sentirse ellos culpables, que culpar a su abusador. Como cargan con la responsabilidad de haber hecho algo que pudiera haber evitado todo lo sucedido, antes que asumir que la responsabilidad fue del adulto que la/le traicionó a través del ejercicio abusivo de su poder y de la confianza traicionada de la niña/o. Poco a poco, el terapeuta que acompaña en este proceso a su paciente va reestructurando la mirada de su paciente a través de la suya, devolviendo a la niña/niño su condición de alma infantil, de dependencia de los adultos, de su necesidad de cuidado, de la imposibilidad de manejarse con lo sucedido, de la imposibilidad del niño para integrar una experiencia que le sobrepasa, un exceso incomprensible.
Escrito por:
Jaume Cardona
Terapeuta Gestalt
Co-director de Gestalt Barcelona
(Texto extraido de: www.gestaltbarcelona.com )
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